La Galería Javier López se complace en presentar una colectiva de artistas de la galería, bajo el título de "Lightworks", obras de luz. La exposición incluirá obras de John ARMLEDER, Jenny HOLZER, Matthew McCASLIN, Tatsuo MIYAJIMA, Leo VILLAREAL y Xavier VEILHAN.
La utilización de la luz como medio de expresión artística con fines escultóricos se remonta a los años sesenta, de la mano de artistas como James Turrell o Dan Flavin. Son los años del apogeo de la escultura minimalista, con su énfasis en la utilización de materiales industriales, por una parte, y su interés en resaltar la importancia del espacio y el mismo espectador para la definición de la obra artística, por otra. Los primeros experimentos con luz de Flavin en 1961, los llamados "iconos", fueron una serie de 8 cajas pintadas, con distintos tipos, colores y tamaños de bombillas de luz incandescente y fluorescente puestas alrededor. En 1963 prescinde del "cuadro" que constituía la caja, y crea su primera obra con un solo tubo fluorescente de color dorado –el conocido "Diagonal of May 25, 1963 (to Constantin Brancusi)"—que asentaba definitivamente la capacidad de la luz para situarse por sí sola dentro de los parámetros y valores de una obra de arte. Desde entonces, otros artistas han continuado la exploración de las posibilidades artísticas y poéticas de la luz, no sólo en su concepto más puro y etéreo, sino también aprovechando la evolución de las nuevas tecnologías como el láser o los diodos emisores de luz (L.E.D.).
Los artistas que presentamos, todos ellos artistas de nuestra galería, han experimentado en este sentido en distintas direcciones. John Armleder (1948), cuya obra constituye una nota a pie a toda la historia del arte del s. XX, ha utilizado el neón en muchas ocasiones a lo largo de su carrera, desde sus sencillos e irónicos "Untitled (Fluorescent Tube Sculpture)" - un montón de fluorescentes blancos en el suelo, caídos como al azar -, que presentó por primera vez en el Kunsthalle de Baden - Baden, hasta sus últimas instalaciones de pared, realizadas con tubos finos de neón con variaciones sofisticadas de luz programadas con ordenador.
En su búsqueda de modos más directos para llegar con su mensaje artístico al público general, Jenny Holzer (1950) comenzó, a finales de los años 70, a utilizar anuncios electrónicos, vallas luminosas o spots televisivos como soporte para sus obras. Finalmente desarrollará las esculturas de señales electrónicas L.E.D. por las que es conocida hoy, que reproducen sus mensajes o textos - los llamados Truisms - con variaciones rítmicas y de color en un constante bucle. Siguiendo la tradición japonesa de explorar el tiempo y el espacio como tema artístico, Tatsuo Miyajima (1957) utiliza también, como Jenny Holzer, la tecnología L.E.D. para sus conocidos contadores; es a finales de 1987, cuando Miyajima construye su primer contador (que iba del uno al nueve para volver a empezar), elemento genérico que para el artista simboliza la visualización más básica del paso del tiempo y que, desde entonces, ha utilizado en combinaciones para crear obras que exploran las infinitas relaciones simbólicas de lo numérico. Más tarde, incorporará el neón a sus piezas, como en la pieza que se presenta en esta ocasión.
En la obra de Matthew McCaslin (1957), la luz siempre ha estado presente como elemento escultórico, sea en sus instalaciones de paisajes orgánico/tecnológicos, que construye a base de cables, enchufes, luces, relojes, televisores y otros medios, sea como marco elegante en forma de neón negro de sus videoesculturas, como en las que recientemente presentó en la galería. Leo Villareal (1967) es, junto a Xavier Veilhan, el artista más joven de la muestra, y también comparten el estar más cercanos al espíritu experimental e innovador de las primeras generaciones. Desde sus primeras piezas, construidas con sencillos fluorescentes, Villareal no ha cesado en sus investigaciones sobre las posibilidades de la programación digital aplicada a la luz. Sus programas informáticos se sirven de reglas propias "aleatorias", que gobiernan agentes autónomos dentro de una matriz. Esto le permite explorar todas las posibilidades tanto espaciales como temporales que le brindan los L.E.D. que, al poder ser modulados individualmente, vienen a constituir una paleta de colores y variación de ritmos casi infinita, creando un lenguaje visual singular y muy poético. Ese espíritu inquieto también permea la obra de Xavier Veilhan (1967), quien siempre ha estado abierto al uso de nuevos materiales, procesos y dispositivos con los que poner a prueba los límites de los géneros clásicos del arte. A partir de más de 1000 bombillas, los paneles luminosos de Veilhan utilizan la tecnología digital sobre un sistema eléctrico como soporte para una imagen en movimiento, un film de 2'40", creando una obra absolutamente novedosa tanto visual como técnicamente.