Este proyecto surge como un puente de unión entre Los Ángeles y Madrid, dos ciudades separadas por unos 9.400 km / 5.800 millas que representan dos culturas muy distantes unidas por una misma lengua - cerca de la mitad de la población de este importante epicentro creativo norteamericano es de habla hispana -. La aportación artística de la comunidad de ascendencia latina se remonta a la difusión del movimiento muralista mexicano de la década de 1920, cuyo trasfondo socio - político inspiró el arte chicano de los setenta. El fuerte carácter reivindicativo de estos movimientos tan prolíficos perdura hasta el día de hoy, en el que un nutrido grupo de artistas continúa la lucha por dar visibilidad a una identidad que en nuestro país es prácticamente desconocida e incluso ignorada.
En los últimos años se está gestando de forma tímida, o con el respeto con el que se ha de fundar un movimiento, un nuevo núcleo de artistas con un fundamento común en los suburbios de Los Ángeles. Desde Pomona hasta Inglewood puede visitarse a toda clase de artistas Angelinxs que tratan temas tan actuales y comprometidos como la inmigración, el género, la historia, la lucha de clases, el narcotráfico, sin olvidar en ningún momento su procedencia y sus valores, su identidad. En la obra de todos ellos es posible reconocer un mismo patrón que los une: una suerte de canto a la libertad al más genuino estilo del poeta y cantante chileno Víctor Jara, se trata de obras que recuerdan el sufrimiento familiar por tratar de conseguir un futuro mejor y el derecho a vivir en paz.
En las preguntas que plantean estas obras están muy presentes los recuerdos, los estereotipos y las críticas a una sociedad que se sirve de ellos para mantener un determinado estilo de vida, pero sin poner en valor realmente sus vivencias. A través de sus obras, mantienen la memoria que vive anclada en el inconsciente de una comunidad que también ocupa un lugar muy importante en el funcionamiento de Madrid, aunque quizás aún no ha encontrado aquí aquellas referencias históricas que sí se pueden ver en cualquier mural del Downtown angelino.
Autorretratos con sombrero, encuentros familiares, retratos de activistas Latinos, la Virgen de Guadalupe, peleas de gallos, llantas de coche con cuchillas como las usadas en las vallas de la frontera, la vida entre autopistas, bandanas o el imaginario de la cultura Lowrider son representados con orgullo por una sociedad a la que nada se le ha regalado, conscientes de a quién y a qué representan, qué es lo que les ha marcado, influenciado o causado rechazo durante su infancia y adolescencia. Esta iconografía en algunos casos es expresada a través de técnicas tradicionales como el adobe y la cerámica o más propias del ámbito urbano en el que se desarrollan sus manifestaciones como en el caso del aerosol.
Las imágenes que nos ofrecen no dejan tranquila ninguna conciencia ni impasible al ávido buscador de nuevas tendencias del arte contemporáneo internacional, al que invitamos con esta colectiva a seguir muy pendiente de este foco artístico tan activo y estimulante. Esta exposición nos parece especialmente pertinente en el contexto actual, en el que los aires de cambio que recorren los Estados Unidos y que se esperan marquen sus políticas en estos años parecen buscar el reconocimiento de las hasta ahora consideradas minorías, el respeto a la diversidad y la defensa de la igualdad. Probablemente esta deriva también se perciba fuera de sus fronteras a largo plazo como tantas otras corrientes que nos llegan desde allí, aunque como dejan claro estos artistas, todavía queda un largo camino por recorrer y no será fácil.
Mario Ayala (1991) utiliza en sus pinturas el acrílico con la técnica del aerógrafo prestada de la cultura del automóvil, el estilo californiano del Lowrider, la publicidad, el lenguaje codificado de los tatuajes, los letreros pintados a mano, las revistas del underground chicano,… en definitiva, la cultura material de la identidad de los latinos recontextualizada, combinando elementos heterogéneos en un lenguaje visual singular. Actualmente participa en la bienal Made in L.A. 2020: a version en el Hammer Museum de Los Ángeles, tras su paso por galerías de San Francisco, Nueva York, Bruselas, Estocolmo.
En sus últimas instalaciones, Rafa Esparza (1981) da especial protagonismo a la técnica del adobe, ha producido ladrillos de este material en colaboración con su padre, que construyó con este método su primera casa en México antes de emigrar a Estados Unidos, siguiendo una tradición local e indígena que él se ha apropiado como soporte para sus pinturas recientes. Artista multidisciplinar, sus intereses van de la historia a las narrativas personales y con sus performances critica ideologías, estructuras de poder y formas binarias de identidad. Recientemente ha expuesto en el MASS MoCA (2019), en la Bienal del Whitney Museum (2017) y en el Hammer Museum (2016), entre otros.
Las esculturas de Diana Yesenia Alvarado (1992) representan los sonidos, olores, personas y colores de su barrio, predominantemente latino, lo que se trasluce en sus gestos y en la forma de modelar la arcilla o de explorar las cualidades de la porcelana. Los personajes evocan las figuras pintadas a mano que se pueden encontrar en los escaparates de las tiendas y las calles de su entorno, reflejan su cultura y transportan las emociones de su comunidad. Ha expuesto en distintas galerías de California, esta primavera expondrá en Deitch Projects Los Angeles junto a sus compañeros de estudio Mario Ayala, Rafa Esparza y Alfonso Gonzalez Jr. entre otros.
El trabajo de Alfonso Gonzalez Jr. (1989) tiene mucho que ver con la observación directa de la destreza en el oficio de su padre como pintor de anuncios comerciales, letreros pintados a mano que todavía permanecen en la ciudad, imágenes cuyos restos desgastados narran historias familiares ligadas al trabajo. Al incorporar fragmentos de su entorno más inmediato, que a su vez se mezclan con vivencias de su infancia, documenta y replantea lo local. Con exposiciones en galerías de California, también se ha podido ver su trabajo en Berlín y Tokio.
La obra de Ramiro Gomez (1986) se caracteriza por afrontar el tema de la inmigración y hacer visible la mano de obra “invisible” de niñeras, jardineros, limpiadores,… que trabaja en lugares lujosos como Beverly Hills y West Hollywood, donde reside. Se sirve de la fotografía para captar escenas cotidianas, que habitualmente pasan desapercibidas, como base para sus composiciones, en ocasiones realizadas sobre cartón como sus cut-outs que ha presentado formando parte de instalaciones en las que reflexiona sobre los conceptos de clase o riqueza. Su obra se ha incluido en tres de las exposiciones de Pacific Standard Time: LA/LA (2017) de la Getty Foundation y ha expuesto en el LACMA y en el Museum of Contemporary Art de Chicago (2020), entre otros.
Patrick Martinez (1980) es conocido por sus neones, letreros luminosos que recuerdan a los que pueden iluminar los escaparates nocturnos de su ciudad, cambiando los eslóganes publicitarios por mensajes de contenido político y social. También por pinturas que asemejan pasteles con los que se conmemora a líderes, activistas y pensadores como el reformador abolicionista Frederick Douglass o el periodista Ruben Salazar, presentes en la muestra. En estos momentos participa en la trienal del Museo del Barrio en Nueva York y ha formado parte de Beyond The Streets a su paso por Los Ángeles (2018) y Nueva York (2019).
Shizu Saldamando (1978) experimenta con un amplio repertorio de superficies (lienzo, madera, papel, tela) y materiales en sus dibujos, pinturas, esculturas y vídeos. Sus retratos homenajean y documentan las subculturas del área metropolitana de Los Ángeles y alrededores, en ellos representa a sus amigos artistas, activistas, músicos y colegas como en el caso de la performer y diseñadora Gabriela Ruiz (aka Leather Papi) que vemos aquí. Su obra forma parte de la colección del LACMA y ha podido verse en Pacific Standard Time: LA/LA y el MACLA San Jose.
Gabriella Sanchez (1988) ha trabajado como diseñadora gráfica e ilustradora, una experiencia que integra en su pintura. Explora el espacio entre las culturas mexicana y norteamericana, entre centro y márgenes, personal y sociocultural. En sus obras reformula señales para reconsiderar cómo se elabora, emite e interpreta el significado de las palabras y las imágenes en la cultura visual actual. La bandera que nos propone nos habla de su relación con este símbolo, realizada con prendas textiles asociadas a su comunidad y una fotografía con contenido social. Forma parte de las colecciones del LACMA, el Crocker Art Museum de Sacramento y la JP Morgan & Chase Collection, entre otras.
Los graffitis y pinturas murales de su ciudad, así como las revistas, películas, videojuegos y diseños del mundo del skateboard se dejan ver en las pinturas de Michael Alvarez (1983). También toma fotografías de su entorno familiar y otras encontradas como punto de partida para sus retratos, escenas que reflejan las bulliciosas calles de los barrios angelinos con un estilo prosaico, con toques de realismo mágico y cierto sentido del humor. Está presente en la Cheech Marin Collection del Riverside Art Museum (California), donde expuso de forma individual en 2019.
Enraizada en la pintura moderna europea, con ecos del Neo-Expresionismo alemán, la obra de Alex Becerra (1989) recorre los tradicionales géneros del autorretrato, el desnudo femenino, la naturaleza muerta y las escenas de género, en los que introduce objetos específicos de su contexto. Sus composiciones se caracterizan por su saturación, las capas de pintura vibran sobre la superficie de una manera física, son pura energía y vitalidad, exceso y provocación. Su trabajo se ha incluido en la Bienal de Venice Beach en el Hammer Museum de Los Angeles y el proyecto Pacific Standard Time.
La propuesta plástica de Aaron Douglas Estrada(1994) examina el racismo sistémico y la problemática colonial experimentada en distintas áreas de la ciudad donde ha crecido, lugares llenos de multifacéticos significantes culturales como símbolos territoriales, santuarios, murales y otros residuos esotéricos de una historia estratificada, depósitos de la memoria con los que cuestiona los arquetipos / estereotipos y la identidad mediante la educación, la inmigración… Ha expuesto en Ciudad de México, con Getty Pacific Standard Time: LA/LA en Inglewood, el MACLA San Jose, REDCAT Los Angeles y realizado murales en espacios públicos de su ciudad, también en Guadalajara y Virginia.
El lenguaje visual de Jaime Muñoz (1987) se centra en aspectos como la identidad, la cosificación del trabajo, la religión, la crítica al colonialismo latinoamericano y al mito del progreso de la Modernidad, la relación de los antepasados con las experiencias del presente. Sus pinturas más recientes combinan diversas técnicas e influencias que van desde lo latino en California, a la iconografía religiosa precolombina, la mitología y los símbolos de la modernidad capitalista, como la cultura del automóvil, el diseño en objetos cotidianos, etc. Destaca su participación en la iniciativa Pacific Standard Time en 2017 y su individual en la sección Focus LA de Frieze Los Angeles 2020.
En su serie de Narcomantas, Eduardo Sarabia (1976) ha explorado diferentes caras del imaginario mexicano: la narcocultura, la identidad, la frontera, sirviéndose de materiales y técnicas tradicionales. Siguiendo el estilo y estética de las bandas y los cárteles de la droga, usando el poder de fascinación del fenómeno narco, subvierte su mensaje de terror en colaboración con artesanos locales que tejen los tapices a mano. Ha expuesto en el Museo Tamayo de Ciudad de México, el LACMA de Los Ángeles, la Bienal del Whitney Museum, el New Museum de Nueva York, el Santa Monica Museum of Art. Participará en la próxima edición de la bienal Desert X en Coachella Valley prevista para este año.