Christian Rex van Minnen: Skin Bone Quinacridone Adenochrome


Madrid, Mayo 12 - Septiembre 14, 2021

Nota De Prensa

La Galería Javier López & Fer Francés presenta la primera exposición individual en nuestro país de Christian Rex van Minnen (Providence, Rhode Island, 1980): Skin Bone Quinacridone Adrenochrome reúne una amplia selección de trabajos recientes - en torno a una quincena de pinturas al óleo y nueve monotipos -, principalmente realizados este mismo año. El artista norteamericano define esta serie de obras como un intento de crear un vínculo conceptual y emocional entre las distintas capas de la pintura al óleo e infundirles significado, pues en su proceso creativo combina una minuciosa técnica de veladuras con un desarrollo orgánico, surrealista, de las formas pictóricas, en cierto modo relacionado con el automatismo.

A van Minnen le interesa cómo la pintura tiene huesos, piel y alma. El esqueleto al que hace referencia el título de la exposición sería la capa de grisalla que sirve de base para la composición, la estructura geométrica escondida tras las capas de pintura, que a menudo se inspira en pinturas antiguas y a veces en esculturas de mármol o terracota. Esta geometría secreta de la estructura que nos sostiene aporta serenidad y quietud, la grisalla que refleja la luz a través de la piel sería como una subestructura de una narrativa más pausada y calmada.

Las veladuras, realizadas con pigmentos actuales de colores hipersaturados, actuarían a modo de piel, representando una sensación opuesta a la de la estructura compositiva. Las capas de historias y narrativas planas se superponen y cubren con tatuajes y marcas, imágenes extraídas de la cultura visual contemporánea, mitos modernos y arquetipos pop. La quinacridona es un un ejemplo de un pigmento sintético, artificial, químico, ácido, fluorescente, digital y ultramoderno, de una potencia grosera e intensa, que contrasta con el equilibrio subyacente.

El esqueleto y la piel están unificados por la luz y la sombra, una escala polarizada de claridad y oscuridad, belleza y horror, atracción y repulsión. Van Minnen se siente atraído visualmente por cómo la piel se posa sobre la estructura ósea, ajustándose o contrarrestándose, revelando dos historias separadas, si no distintas y contradictorias. El aura de estas obras es la crisis espiritual, un anhelo temeroso, un sentimiento que, en contraste con las normas sociales, se parece a la psicosis y se caracteriza por una urgencia hacia la transcendencia ampliamente motivada por el miedo al loco interior, inmanente.

En este punto intervendría el adrenocromo, una sustancia derivada de la oxidación de la adrenalina, por lo tanto estrechamente conectada con el miedo, que ha suscitado el interés de forma recurrente en los ámbitos de la psicodelia, las teorías de la conspiración y lo oculto; se cree que puede desencadenar psicosis, alteración de la percepción de la realidad y trastorno del pensamiento. La pluralidad de la verdad nos lleva a este estado hiper - vigilante y dinámicamente confuso en el que nos encontramos, atrapados entre el materialismo ateo y científico por un lado y el espiritualismo místico, conspirativo y oculto por otro.

La obra de van Minnen ha sido calificada de perturbadora por el contraste entre la perfección de su técnica realista y el surrealismo de los temas representados en sus pinturas. Éstas se mueven entre los polos de la figuración y de la abstracción, entre la ilusión y la verdad pictóricas, también entre lo personal y lo arquetípico, lo bello y lo inquietante. Los objetos y formas que recrea con su laborioso virtuosismo funcionan en las composiciones por contraste, para ello recurre a una peculiar combinación de partes carnosas y fragmentos de cuerpos, con tatuajes, elementos de la cultura pop y la Historia del Arte, materias orgánicas, figuras vegetales, a veces también oníricas,… dando lugar a imágenes que pueden resultar confusas y que permanecen para el espectador ambiguas e intrigantes.

Se mueve en los parámetros convencionales del retrato y la naturaleza muerta, pero en su imaginario lo representado muta, se distorsiona, se fusiona para metamorfosearse en una nueva entidad, más misteriosa, algo que ha sido recontextualizado y cuya interpretación abierta es más propia de nuestra época. Los personajes se configuran a partir de elementos básicos del género del retrato pero no tienen rostro sino una amalgama de rasgos humanos imprecisos, dislocados, incluso borrados. Los bodegones le seducen en su acepción de Vanitas como símbolo de la fugacidad de la vida (Memento Mori) y desde el punto de vista técnico por las posibilidades del trampantojo, con cierta tendencia hacia la extravagancia y melancolía.

Empezó a dibujar desde una edad temprana tanto animales imaginarios como lo que llamaba su atención de la naturaleza que le rodeaba, fascinado por la anatomía, la fisiología, la biología y otras Ciencias Naturales. Después se ha interesado por el cómic y la obra de los surrealistas tempranos como Max Ernst. Declarado admirador del estilo de los maestros del Renacimiento y de la Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca, ha estudiado con detenimiento la geometría de la composición de estos pintores aprendiendo de ellos el uso del claroscuro y de los colores complementarios, de las veladuras, la importancia de la luz para definir las formas. De estos antecedentes europeos ha heredado asimismo el gusto por la recreación de las texturas y la inclinación por lo exótico y excesivo de los bodegones de época colonial.

En las pinturas que ha realizado para esta exposición homenajea a Goya y Manet en diálogo con Meléndez - La maja desnuda y Olympia se funden con naturalezas muertas ante paisajes -, podemos encontrar una adaptación del Cristo abrazando a San Bernardo de Ribalta que se conserva en el Museo del Prado, un San Sebastián que podría inspirarse en la pose del de Guido Reni, referencias a la obra de Rembrandt y otros maestros antiguos en sus monotipos. Además de reconocer la influencia de Pieter Brueghel el Viejo, Pieter Aertsen, la Escuela Veneciana o Caravaggio, si nos trasladamos al presente entre sus referencias actuales ha citado a Kenny Scharf, Erik Parker, Tomoo Gokita o Ryan Travis Christian, entre otros.

Christian Rex van Minnen se licenció en Bellas Artes en la Regis University de Denver en 2002 y recibió una beca como artista residente en el Anderson Ranch Arts Center de Aspen en 2017. Actualmente vive y trabaja en Santa Cruz (California). Ha participado en exposiciones en diversas ciudades de Estados Unidos (Los Ángeles, Santa Mónica, Dallas, Chicago, Nueva York, Seattle, Miami) y su obra también ha podido verse en Barcelona, París, Berlín, Colonia, Bristol, Copenhague, Estocolmo, Hong Kong, Sídney o Vancouver. Está presente en colecciones públicas como la del Denver Art Museum, Djurhuus Collection, The Hall Art Foundation, Richard B. Sachs Collection, Beth Rudin de Woody Collection, Ulrich Seibert Collection.

Entre los últimos proyectos de los que ha formado parte cabe destacar las exposiciones colectivas Global Pop Underground comisariada por Nanzuka en el Parco Museum Tokyo de Shibuya, ME: An Exhibition of Contemporary Self - Portraiture organizada por Juxtapoz + Sugarlift en High Line Nine de Nueva York y Still Human de la Colección Solo en Madrid.

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Prensa Seleccionada

Tendencias del Mercado del Arte nº 143
junio de 2021

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Juxtapoz Magazine
10 de mayo de 2021

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Christian Rex van Minnen: Skin Bone Quinacridone Adenochrome

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